martes, 9 de febrero de 2010

Mucha arena y poco cemento

El País 26/01/2010. F. Peregil. Puerto Príncipe

Con sólo mirar las calles de Puerto Príncipe dan ganas de retirar los escombros y empezar a reconstruir cuanto antes los miles de edificios derribados. Más de un millón de personas viven a la intemperie. Pero de momento tendrán que seguir esperando antes de diseñar sus nuevos hogares. El Banco Mundial y el Gobierno de Haití promovieron ayer el encuentro de expertos en construcción antisísmica provenientes de California con decenas de ingenieros y arquitectos haitianos. La reunión continuará la próxima semana y tendrá como objetivo informar a los haitianos por qué se produjo una destrucción tan masiva y qué se puede hacer para evitarla en el futuro.

Entre los asistentes se encontraban los hermanos Ronald y Evelyne Craan, ingeniero y arquitecta de 52 y 51 años, hijos a su vez de otro ingeniero de la construcción. "Lo primero que nos recomendaron", explica Ronald, "es evaluar los edificios no destruidos aunque sí afectados. Tendremos que comprobar cuáles merecen la pena ser reconstruidos y cuáles no. Eso nos llevará entre dos y seis meses. Y hasta que no se concluya bien la primera fase no podremos emprender la segunda, que consistirá en reparar y reforzar algunos bloques y demoler otros. La etapa final será reconstruir la ciudad. Y eso va a ser muy complicado, porque antes de poner un ladrillo en cualquier terreno habrá que delimitar muy bien hasta dónde llegaba la propiedad de cada uno. Me temo que habrá litigios".

Para no repetir los errores que llevaron a tanta destrucción habrá que averiguar con exactitud cuáles fueron esos errores. Hasta el momento se ha hablado mucho sobre la composición del hormigón: demasiada arena y poco cemento. Pero los hermanos Craan niegan tal cosa. "Ha habido edificios que quedaron intactos al lado de otros pulverizados", indica la arquitecta. Y los materiales eran los mismos. "En Haití tenemos un buen laboratorio de ingeniería, tenemos buenos ingenieros, buenos arquitectos, buenos capataces, buenos materiales y buena arena para construir. ¿Qué falló entonces? Pues, por un lado, que no tenemos ninguna norma antisísmica, porque el último terremoto potente lo sufrimos en 1843; y, por otro, que, como somos un país pobre, no contamos con una buena política de supervisión. Aquí cada uno se cree ingeniero y arquitecto", concluye Evelyne Craan.

"A veces el ingeniero calculó bien la resistencia de los materiales, el arquitecto diseñó bien la planta de la casa, pero llegó el capataz y se ahorró lo que pudo en materiales y en tiempo de construcción. Y en otros casos se ha añadido altura a edificios que fueron diseñados para soportar sólo el peso de dos pisos. Y nadie supervisó la obra".

Los hermanos Craan explican que hay un tipo de temblor que lo origina el movimiento horizontal de las placas tectónicas. Con ellos la destrucción se produce mediante el balanceo de los edificios; otros temblores se desencadenan por el movimiento vertical del suelo, que provoca golpes en los bajos de las casas como si se tratara de una inmensa taladradora. "En el caso de Haití confluyeron los dos tipos de movimientos tectónicos. O sea, hubo balanceo y taladro. Por eso hay tantos edificios ladeados y al mismo tiempo tantos suelos hundidos. Algunas columnas se han clavado en el techo de las casas como si fueran puntillas".

Además de todo lo anterior, es necesario conocer un detalle: "En Haití hay dos tipos de ladrillos: los que se hacen en fábricas y los hechos a mano. Estos últimos son mucho más baratos, pero absorben peor los golpes. En cuanto tengamos una normativa antisísmica, el panorama cambiará. Resistiremos temblores de hasta 8,5 en la escala Richter", señala el ingeniero Craan.

1 comentario:

  1. Me ha llamado la atención lo de la arena y el cemento; me parecen ecos de los “dichos” de los años 40 en España, que se han perpetuado hasta los tiempos recientes. El problema del diseño antisísmico es en primer lugar que existan y se puedan aplicar unas normas mínimas adaptadas al lugar (hasta ahora ninguna, dada la extrema pobreza del país). Aplicando esas normas mínimas habrá que evitar los terrenos desfavorables, como parece ser la zona del centro de Puerto Príncipe, que podría corresponder a una amplia zona de sedimentación. En esto hay especialistas que llevan mucho tiempo analizando la geodesia de la isla y pueden dibujar el mapa de riesgo sísmico. Incluso en TV hemos podido ver a un especialista de recursos geológicos de la Universidad de Jaén que lleva 12 años trabajando en esa zona (http://www.actualidaduniversitaria.com/tag/fernando-perez-valera/).

    Observando las fotografías y vídeos que circulan en los medios y en Internet se puede apreciar que los muros (frecuentemente de bloque de hormigón) aparecen desmenuzados y sin ningún tipo de armadura de conexión.

    Las uniones de vigas y pilares aparecen rotas frágilmente, la rotura se ha producido fundamentalmente en los nudos de unión y en pocos casos (aparte de las losas horizontales de piso) se aprecian armaduras conectando los elementos verticales y los horizontales, algo básico e imprescindible en las soluciones antisismo, que requieren que las armaduras de las vigas y los pilares atraviesen los nudos tanto en la parte superior como en la inferior de las vigas. Las armaduras que se ven en las fotos son lisas, con un agarre muy bajo e inadmisibles en estas zonas. Los arriostramientos son otra forma de resolver el problema pero parecen brillar por su ausencia…

    En resumen, hace falta una norma que obligue a construir mejor, pero los fallos que se pueden observar no se pueden adjudicar a la escasez de cemento.

    El último terremoto de Haití parece ser que fue en 1843, pero la República Dominicana tiene una larga historia de sismos, el último de 6,5 grados, fue el 22.09.2003, su mayor tamaño aumenta la posibilidad estadística de un terremoto en relación a la República de Haití, pero toda la isla está sobre la falla existente entre las llamadas placa de Norte América y la del Caribe; la principal diferencia es que la República Dominicana ha tenido más recursos para prepararse contra esos eventos.

    No me parece adecuado clamar ahora, como se hace en el articulo, contra los constructores que ahorraron en los materiales, o que añadieron altura a edificios diseñados sólo para resistir dos plantas, o como se señala en el último párrafo, por usar ladrillo hechos a mano.

    Creo que el pueblo haitiano se merece mayor rigor por parte de los profesionales que quieren ayudar.

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