sábado, 6 de marzo de 2010

Zapatero recorta la ayuda a Haití.

Según "El Economista" del 4.3.2010, Zapatero recorta la ayuda a Haití.

"Haití, que fue completamente destruido por un terremoto el pasado mes de enero, recibirá de acuerdo con las previsiones del PACI, tan sólo 22 millones este año, lo que supone menos de la mitad que en 2009. Y el plan de ayudas fue aprobado por el consejo de ministros el 12 de febrero, es decir, justo un mes después de que se produjera la catástrofe. Eso sí, el 80,5 por ciento del dinero se destinará a infraestructuras y servicios sociales.

Llama la atención que su vecina, la República Dominicana, mucho más rica, tiene previsto recibir 53,8 millones de euros, es decir no sólo más del doble que Haití, sino además un 50 por ciento más de lo que se le dio en 2009."

viernes, 5 de marzo de 2010

Lonas para Haití

Ayer asistí al final de una reunión organizada por estudiantes de la ETSAM para pensar en como enviar lonas a Haití.
El tema más difícil era el diseño de la estructura portante en la que apoyarse para tensar las lonas. Para el que no sepa de qué va el tema, se trata de unas las lonas que podrían ser de unos 8x4m y que llevaran ojales metálicos en su perímetro para pasar una cuerda y tensar la lona.
Se discutieron muchos modelos y sistemas de "palos", así como modelos de la forma final, la realización de cosidos entre lonas y otros detalles; algunos a mi juicio, parecían algo complejos.

Después de repensar tranquilamente el asunto creo que puede ser suficiente con enviar las lonas ya que seguro que los receptores sabrán mejor que nosotros como colocarlas.
En realidad ya lo han hecho y seguramente lo que harán será sustituir las cubiertas actuales por las que reciban. La lona es un elemento muy adaptativo y creo que los haitianos tienen mucha más experiencia que nosotros en su colocación.

Por lo tanto y aunque han aconsejado el envío de "kit completos" creo que en el caso de las lonas es suficiente con enviar las lonas con sus ojales perimetrales, más un kit de unos 20 clavos, para sujetar las cuerdas contra el suelo, que podrían tener la clásica forma de una punta recta y la otra doblada en semicircunferencia en un extremo (para que agarren bien el tensor contra el suelo). Habría que añadir unos 15m de cuerda fina (unos 3mm de diámetro) por cada lona.
Y si se pueden enviar lonas de mayor tamaño seguro que sabrán aprovecharlas….
En todo caso podríamos confirmarlo con los contactos que allí tenemos.

martes, 9 de febrero de 2010

Mucha arena y poco cemento

El País 26/01/2010. F. Peregil. Puerto Príncipe

Con sólo mirar las calles de Puerto Príncipe dan ganas de retirar los escombros y empezar a reconstruir cuanto antes los miles de edificios derribados. Más de un millón de personas viven a la intemperie. Pero de momento tendrán que seguir esperando antes de diseñar sus nuevos hogares. El Banco Mundial y el Gobierno de Haití promovieron ayer el encuentro de expertos en construcción antisísmica provenientes de California con decenas de ingenieros y arquitectos haitianos. La reunión continuará la próxima semana y tendrá como objetivo informar a los haitianos por qué se produjo una destrucción tan masiva y qué se puede hacer para evitarla en el futuro.

Entre los asistentes se encontraban los hermanos Ronald y Evelyne Craan, ingeniero y arquitecta de 52 y 51 años, hijos a su vez de otro ingeniero de la construcción. "Lo primero que nos recomendaron", explica Ronald, "es evaluar los edificios no destruidos aunque sí afectados. Tendremos que comprobar cuáles merecen la pena ser reconstruidos y cuáles no. Eso nos llevará entre dos y seis meses. Y hasta que no se concluya bien la primera fase no podremos emprender la segunda, que consistirá en reparar y reforzar algunos bloques y demoler otros. La etapa final será reconstruir la ciudad. Y eso va a ser muy complicado, porque antes de poner un ladrillo en cualquier terreno habrá que delimitar muy bien hasta dónde llegaba la propiedad de cada uno. Me temo que habrá litigios".

Para no repetir los errores que llevaron a tanta destrucción habrá que averiguar con exactitud cuáles fueron esos errores. Hasta el momento se ha hablado mucho sobre la composición del hormigón: demasiada arena y poco cemento. Pero los hermanos Craan niegan tal cosa. "Ha habido edificios que quedaron intactos al lado de otros pulverizados", indica la arquitecta. Y los materiales eran los mismos. "En Haití tenemos un buen laboratorio de ingeniería, tenemos buenos ingenieros, buenos arquitectos, buenos capataces, buenos materiales y buena arena para construir. ¿Qué falló entonces? Pues, por un lado, que no tenemos ninguna norma antisísmica, porque el último terremoto potente lo sufrimos en 1843; y, por otro, que, como somos un país pobre, no contamos con una buena política de supervisión. Aquí cada uno se cree ingeniero y arquitecto", concluye Evelyne Craan.

"A veces el ingeniero calculó bien la resistencia de los materiales, el arquitecto diseñó bien la planta de la casa, pero llegó el capataz y se ahorró lo que pudo en materiales y en tiempo de construcción. Y en otros casos se ha añadido altura a edificios que fueron diseñados para soportar sólo el peso de dos pisos. Y nadie supervisó la obra".

Los hermanos Craan explican que hay un tipo de temblor que lo origina el movimiento horizontal de las placas tectónicas. Con ellos la destrucción se produce mediante el balanceo de los edificios; otros temblores se desencadenan por el movimiento vertical del suelo, que provoca golpes en los bajos de las casas como si se tratara de una inmensa taladradora. "En el caso de Haití confluyeron los dos tipos de movimientos tectónicos. O sea, hubo balanceo y taladro. Por eso hay tantos edificios ladeados y al mismo tiempo tantos suelos hundidos. Algunas columnas se han clavado en el techo de las casas como si fueran puntillas".

Además de todo lo anterior, es necesario conocer un detalle: "En Haití hay dos tipos de ladrillos: los que se hacen en fábricas y los hechos a mano. Estos últimos son mucho más baratos, pero absorben peor los golpes. En cuanto tengamos una normativa antisísmica, el panorama cambiará. Resistiremos temblores de hasta 8,5 en la escala Richter", señala el ingeniero Craan.

Habitabilidad Básica

¿Qué entendemos exactamente por “condiciones elementales de habitabilidad”, por habitabilidad básica? No sólo la satisfacción de las necesidades fundamentales de vivienda (siete metros cuadrados construidos seguros por persona en un cobijo pensado para crecer y progresar); sino también las relativas a todo su asentamiento (a su ubicación, desde luego, en suelo adecuado y seguro); al correspondiente espacio público con sus elementos de urbanización e infraestructuras (acceso a quince litros de agua, cinco de ellos potable, por persona a menos de trescientos metros de su casa; saneamiento de letrina seca compartida, para un número adecuado de familias; evacuación segura de aguas pluviales; caminos y calles de tierra estabilizada; energía básica; recogida de basuras; transporte; comunicaciones...); a sus equipamientos (de puesto de salud y escuela); así como al espacio productivo necesario (para el sector servicios, los talleres domésticos y la subsistencia agropecuaria).

La habitabilidad básica, más allá del propio asentamiento, concierne incluso a todo el entorno externo como sistema de asentamientos en el territorio. Es pues el paso de la geografía natural (siempre inadecuada al morar humano, por muy de moda que esté ahora la sostenibilidad) al territorio construido como lugar habitable y nutricio en el que satisfacer de manera saludable las urgencias materiales del vivir humano, para poder seguir así progresando hacia la vida buena. Los demás animales se adaptan al medio pero nosotros, contrariamente, adaptamos el medio a nuestros propios intereses, en cuanto sujetos que estamos más allá de lo biológico y, en cierta medida, ejercemos de protagonistas de nuestro propio destino.

La habitabilidad básica es pues la que satisface las necesidades vitales no sólo de alojamiento y residencia –del estar–, sino también de producción –del ser material activo–; dado que estamos hechos más para la creación y la aventura del ejercicio libre que se gana laboriosa y responsablemente la vida, que para el consumo sedentario y subsidiado. Se trata, claro está, de una construcción que obligadamente tiene que ser de bajo coste: realizada no como un ideal de inversión completa ya desde su primera implantación, sino todo lo contrario, como una especie de, por así decir, “pobreza decorosa” capaz, eso sí, de progresar con previsión, pues es, frente a toda espontaneidad precipitada, concebida y planificada precisamente para su paulatino crecimiento y mejora.

Desde una perspectiva moral, que es la que nos concierne a la hora de identificar los problemas, la precariedad residencial que acabamos de dimensionar es pues, como ya hemos dicho, el primer problema mundial al que se enfrenta el sector de la construcción y las distintas disciplinas que lo integran: Ordenación del territorio, Urbanismo, Arquitectura, Ingenierías, Topografía, Sociología, Políticas, etcétera. De igual manera, la habitabilidad básica, que ofrecemos como posible solución a este ingente primer problema, se presenta también como la primera herramienta de lucha contra la pobreza en todos los frentes, también, desde luego, en el de la cooperación internacional al desarrollo. El vestido está ya satisfecho a nivel mundial, y la alimentación, sin dejar de ser también un problema de entidad, presenta, frente a la habitabilidad, mucho menos dificultad económica y técnica para poder lograr definitivamente su satisfacción vital. Ciertamente, llegar a universalizar la habitabilidad básica supone, más allá de la existencia de una verdadera voluntad política, tanto en los distintos niveles administrativos como individualmente en las personas, muchas más dificultades objetivas: económicas, técnicas, institucionales y hasta de conocimientos específicos. Por dar un dato estimativo y grosero, creo que 600 euros por persona, 3.000 euros por familia media de cinco personas, unido al esfuerzo público desplegado en los distintos niveles administrativos y al ingente trabajo de autoconstrucción organizada y eficiente que deberán realizar los propios pobladores, podrían, quizá, lograr ese nivel elemental de construcción de todas las estructuras físicas que constituyen la habitabilidad básica, su universalización.

La habitabilidad básica es pues una materia (en realidad, si se me permite, una teoría y una práctica instrumental) específicamente creada para la forma de cooperación al desarrollo que es, a mi juicio, más equitativa y más justa, la que prioriza la satisfacción de las necesidades materiales básicas de todas las personas, en este caso las correspondientes a la habitabilidad: al territorio construido, al asentamiento, la residencia y la producción. En vista a una jerarquización fructífera del desarrollo estable y duradero, sólo la habitabilidad ofrece un plan vital integrado para llevar a cabo la laboriosa transformación de la naturaleza virgen en aceptable residencia humana; que es la que únicamente inaugura y, a su vez, establece las auténticas condiciones de posibilidad para que esas otras carencias vitales puedan quedar también alguna vez adecuada y perdurablemente satisfechas. Frente a los asentamientos informales surgidos desde la inmediatez y la precariedad espontánea e imprevisora, la habitabilidad básica se formula a través de un proceso canónico, de mejora progresiva, en cuatro etapas:

1. Elección del sitio, que garantizará los suelos adecuados a la residencia y a la producción, así como la previsión de su invulnerabilidad a los distintos tipos de catástrofes crónicas.

2. Parcelación estricta que fijará el orden geométrico del asentamiento con la división estricta entre el suelo privado, constituido por las parcelas de vivienda y equipamiento, y el de la red de los espacios libres públicos.

3. Urbanización mediante obras de bajo coste para la realización de calles y caminos con todas sus infraestructuras, primero funcionando con mínimos aceptables en determinados nodos de concentración (fuentes públicas, letrinas compartidas, caminos de tierra con transporte informal…) pero planteadas para su posterior paulatina mejora hasta ver consolidado su funcionamiento formalizado y eficiente en red.

4. Edificación de las parcelas, mayoritariamente las privadas para vivienda semilla, por motivos de autoconstrucción, casi en exclusiva unifamiliar; pero también los lotes públicos para los pequeños equipamientos de escuela y puesto de salud; además de las construcciones necesarias para las parcelas con actividades productivas de: servicios, talleres, sector agropecuario…
La intervención pública deberá concentrar su protagonismo en las dos primeras etapas que, en última instancia, son las determinantes para la obtención de resultados satisfactorios por encontrarse en el origen y marcar así todo el proceso urbanizador. Un sitio bien elegido y una parcelación clara, representan gastos muy inferiores a los de las otras dos etapas, las finales –que son ya de obra–, y sin embargo son las que determinan con máxima eficacia cualquier acción urbanística de desarrollo posterior. Tanto la urbanización como la edificación corresponden ya, efectivamente, a la realización de proyectos de obras que tienen que ver, por tanto, con los grandes gastos de inversión. Lógicamente, la inversión institucional deberá reducir a lo esencial sus acciones en viviendas, tipo semilla, y relegar en general los subsidios en edificación relativa al interior de las parcelas familiares privadas, para concentrarse también en materia constructiva en la urbanización correspondiente al espacio público y sus infraestructuras.

¡Animo pues, constructores en general, arquitectos y obreros!, que todo parece estar ahora en su sazón edificante, ya que si la mayoría de las veces casi nada crucial cabe esperar de las épocas pletóricas, ahora estamos en crisis y de su menesterosidad, al calor del dolor, pueden surgir meditaciones y obras sorpresivas. En lo que a nuestro sector productivo respecta, sólo después de contribuir a erradicar la miseria material mediante la universalización de la habitabilidad básica podremos decir con fundamento aquello de: “se acabó la pobreza, empiezan los auténticos problemas”; sólo así haremos frente a las nuevas contrariedades y podremos fortalecer nuestra existencia con más longanimidad. Y así sucesivamente...
Este proceso canónico de urbanización de la habitabilidad básica resulta un sistema sumamente operativo e integrador para poder realizar lo concebido por Amartya Sen, en su libro Desarrollo y libertad, cuando define el progreso como “la posibilidad de que la gente pueda llevar el tipo de vida que quiere”. La propia construcción del territorio como lugar habitable es, ciertamente, el instrumento material que mejor se adapta y el concepto con que mejor pensamos, nos representamos y expresamos esa posibilidad: la del tipo de vida que cada uno queremos llevar. Todo esta teoría y su práctica instrumental se sustentan, claro está, en una antropología de la libertad y la dignidad humana: la de que ningún hombre sea tomado como simple cosa, cosificado, sino tratado como fin en sí mismo; ya que, sin dejar de estar implicados todos en el destino de todos, en última instancia, la emancipación personal es radical patrimonio y labor de cada cual, de él en sus circunstancias concretas. En eso consiste la tarea: ésta creo que es la difícil jugada de nuestra libertad bajo el clarísimo rayo de luz y el restallar de la tralla.

Por Felipe Colavidas, responsable del Área de Cooperación al Desarrollo de la Habitabilidad Básica en la ETSAM (ÁCD-HaB-ETSAM).